Unas vacaciones muy raras

CAPÍTULO 1:  ¡TENEMOS TODO EL DÍA PARA JUGAR!

Cupi nos dijo que ya no habría más clases. Pero, también dijo que ella misma nos iba a dar clases particulares en casa todos los días... hasta los domingos. “Eso de las clases particulares será aburridísimo, pero de todos modos estar en casa será genial. Podremos construir juguetes, podremos jugar, podremos mirar la tele, dormir y hacer todo lo que queramos”, pensé.

El último día que estuvimos en clase, el profe Martín dijo en mi sala que empezaríamos a aprender la tabla de tres porque éramos de segundo curso. Después, cuando nos fuimos a clase con Cupi al día siguiente, llegamos tarde, pero todo el mundo estaba fuera ¡No había clases! ¡Estábamos de vacaciones y Charlis y yo estábamos súper muy felices!

Ya queríamos irnos a casa para jugar, mirar la tele, comer y bañarnos en fish town. Pero Cupi seguía hablando con profe Martín, la señorita Matilde y la Señora Tiburcia, la directora del centro. Yo debía pensar en algo que decir si la llamaba. Sabía que si iba a interrumpir su conversación con el profe Martín, la señorita Matilde y la Señora Tiburcia y luego no decía algo importante, Cupi me iba a dar un buen coscorrón y decir “cuántas veces te he dicho que interrumpir a gente mayor cuando está hablando es de mala educación”. No la podía decir que queríamos ir a mirar la tele, comer ni mucho menos podía decir que queríamos ir a bañarnos en fish town. A Cupi no le gustaba ese rio porque ahí se tiraba la basura y a veces, cuando nos estábamos bañando o estábamos lavando, alguien venía a tirar un montón de basura al rio o simplemente aparecían pañales, caca de pescado, algodón con sangre, ratones muertos; y si alguien entraba en el baño del tío Eduardo o la tía Blanca, empezaba a caer un montón de caca en el rio. Cupi prefería coger agua en el pozo del tío Oná, decía que es el pozo más limpio del barrio, aunque en Cerámico había muchos otros pozos para coger agua. Cupi aceptaba que nos bañemos en el rio solamente cuando ella no podía ir a cogernos agua en el pozo porque la dolía el vientre o porque tenía muchos ejercicios.
Después de pensar mucho, llamé a Cupi para decirla que quería hacer caca. Si hubiera dicho que pis, me habría dicho que me vaya al patio de atrás y que busque una esquina para hacerlo; Pero, si decía caca sabía que nos llevaría a casa porque ella no soportaba el baño de nuestro centro. Como el retrete ya no funcionaban y nunca había agua para echar en él después de usarlo, todo el baño olía mal y no había forma de entrar.

La primera vez que Cupi lo vio fue un día que ella quería hacer pis. Ella y Sarita llevaban mucho tiempo esperándonos. Cuando Charlis y yo salimos de clase, Cupi le dijo que se quede con la niña y que no se movieran. Yo la acompañé al baño, Cupi empezó a quejarse del olor antes de que llegáramos al baño. Y cuando abrió la puerta la volvió a cerrar rápido, me agarró de la mano y me sacó de ahí caminando rápido. Al volver, nos dijo a mí y a Charlis “No volváis a entrar en ese baño. Os puede dar una infección y, seguramente, mamá se limitará a daros el paracetamol que lleva cien años encerrado en un bote que también lleva cien años encerrado en su habitación”. Nos reímos mucho, Sarita también, pero creo que ella no sabía por qué nos reíamos, lo hacía porque nosotros lo hacíamos. Así es nuestra hermanita pequeña.
_ ¿Y si queremos irnos al baño durante el recreo? _Pregunté a nuestra hermana mayor.
_ ¡Madre mía! ¿Por qué no limpian ese baño?
_Lo solemos limpiar.
_ ¿Vosotros?
_Sí.
_ ¿En serio? ¿Cómo?
_ Cuando alguien abusa le castigan… _ Explicó mi hermanito Charlis. Él tiene cinco años y está en pre-escolar uno.
_ Y el castigo es limpiar este baño.
_ A veces. Yo lo limpié el lunes. _Dijo Charlis.
_ ¿Porqué?
_ Porque mi compañero me golpeó en la oreja con el lápiz y yo le devolví. La señorita Matilde dijo que estábamos jugando y nos castigaron a los dos.
_ ¿Es que esas mujeres no son madres? ¿Quién contrata a una mujer capaz de hacer algo igual para que sea maestra de pre-escolar?

Cupi se enfadó mucho y fue a discutir con la señorita Matilde, ella es la profesora de Charlis. Cupi dijo que eso no volvería a pesar, pero todos los lunes encontrábamos caca en la sala y teníamos que limpiarlo antes de entrar. Cupi dijo que no volviéramos a hacerlo porque el centro no iba a pagar si nos enfermábamos de tifoidea. Pero cuando fuimos a coger los boletines del primer trimestre, la Señora Tiburcia dijo a Cupi que no la iba a dar nuestros boletines porque no participábamos en la limpieza los lunes. Hasta ahora no hemos cogido nuestros boletines.

Cupi dijo que el próximo año, ella misma nos iba a buscar otra escuela. Nosotros queremos asistir en Colegio Español, es muy bonito y tiene muchos árboles de popó mango y atanga. También hay muchos niños blancos ahí dentro y no llevan uniforme. El problema es que Cupi dice que Colegio Español cuesta más de un millón por persona. Sólo nos puede matricular en Enrique Nvó porque también es una escuela muy bonita y con muchos niños, pero Charlis y yo sabemos que nos quiere matricular ahí el próximo año porque cuesta quince mil. Videña y otros niños que viven aquí, en Cerámico, asisten ahí y nos han dicho que Enrique Nvó es muy barato porque es un colegio público y por eso muchas personas matriculan a los niños ahí.

Mi estrategia funcionó, sobre todo porque la llamé Cupiná. Cupi odiaba que la llamen por su nombre completo, sobre todo cuando estábamos en Público. Pero Cupi sonaba un poco a decir gallina en fang. En fang, la gallina se llama Cup. Pero mi hermana prefiere que la llamemos Cupi en vez de Cupiná porque según ella Cupi suena como Chupi y Cupiná suena “cursi”.

Todas las mañanas desayunábamos arroz con leche y como Cupi tampoco se iba a clase porque en la universidad también tenían vacaciones, ella cocinaba tres veces al día. La escuela de Cupi se llama la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, pero ella siempre dice la UNGE o la universidad. Comíamos arroz con leche por la mañana; por la tarde, arroz con aguacate o banana o nada y arroz con sopa por la noche y teníamos todo el tiempo del mundo para jugar.

CAPÍTULO 2: CUPI SE VA DE CASA 

Cupi empezó a decir que necesitaba wifi porque en la UNGE iban a empezar a tener clases online. Eso de wifi si trajo los problemas a casa.  Estábamos cenando cuando Cupi le dijo a mamá que compre un modem. Lo quería porque iban a empezar las clases online en la universidad y ella estaba en su último año de carrera. No quería pasar un año más en la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial. Siempre decía: “El día que me libre de la UNGE haré una fiesta”. Yo quería que Cupi se libre de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial  para comer y bailar en su fiesta.

Cupi estaba cocinando arroz con pescado y me llamó para que viniese a ver como se cocina, porque soy una niña y ya tengo ocho años. Debo aprender a cocinar. Charlis y Sarita también vinieron, pero Cupi les echó; Charlis es un chico y Sarita sólo tiene dos años, además, es una abusadora que molesta muchísimo.

Mamá nos encontró cocinando. Aunque la persona que cocinaba era Cupi; yo iba a coger más agua para lavar la carne o echar en la olla o traía cuchillo o aceite si ella lo necesitaba; también me mandaba a la abacería y decía “Vete a comprar caldo en la abacería, se me ha olvidado. Y date prisa porque ahora cierran muy pronto”. Y yo iba deprisa a la abacería a comprar caldo antes de que Musa cierre la abacería. Musa y todas las abacerías tienen miedo a los policías que entran en sus abacerías todas las tardes y pegan a la gente con sus porras... a los que andan sin mascarillas o guantes.
Los policías también entraban en el bar de tía Caty y echaban a todo el mundo y todos se iban a sus cosas o empezaban a discutir con ellos.

Cuando llegó mamá, Cupi le preguntó cuándo creía que podía comprarle el modem, porque desde que ella cerró la peluquería por coronavirus no tenía entradas y sólo le quedaba veinte mil.

_ Ah Cupi, aún no he visto que un hombre entra en esa puerta por ti y me da un diez mil, tampoco he visto a alguien traer un kilo de comida aquí.
_ ¡Kie mamá! ¿Qué quieres decir? Si la luz y los canales de esta casa se pagan con el dinero de mis polos y las trenzas que hago. ¿Acaso el dinero que gasto por esa casa no tiene valor?
_Ya, pero ahora no puedes abrir la peluquería. Además ¿qué llamas luz y canales? Ninguno de estos gastos llega a diez mil. Te digo que ya eres una señorita, búscate a alguien que te ayude y nos ayude a todos.
_ ¡Kíe (2) mamá! Osea que…
_Nada de ¡Kie mamá! No soy directora de recursos humanos, no soy secretaria ni contable. Soy moza de limpieza, barro y friego, sólo cobro ciento cuarenta mil y soy la que cubre los gastos de esta casa. Desde comprar la comida hasta comprarte las comprensas para tu regla. Cupiná, tú también ya eres mujer. Búscate a alguien que te ayude. Ya no debes asfixiarme tanto, tienes hermanitos. Emilita, Menchu, Mamita y otras muchas mujeres que te puedo nombrar viven tranquilas gracias a sus hijas. La hija de Samedi es menor que tú, sólo tiene diecisiete años, pero ahí la tienes: Candy es la que compra la comida que se come en su casa y matricula a los hijos de su madre en un centro privado mientras tus hermanitos asisten en el colegio de un cuartel militar teniendo que recoger la caca de esos militares con las manos. Candy no permitiría eso.
_ ¿Y eso qué tiene que ver conmigo? ¿Ni siquiera somos gemelas? Siempre tienes que compararme con las imbéciles de este barrio. Por eso están cargadas de hijos desnutridos y sucios.
_Una mujer debe parir. Lo tuyo es una desgracia, Cupiná. Ya tienes edad para ser madre y vivir con un hombre que te ayude a ti y a tu familia. Yo no tengo ninguna deuda contigo para comprarte modem.

Mamá entró en casa. Hablaban en fang. Yo no hablo fang, pero entiendo todo lo que dice la gente cuando habla en fang. Cuando tenga la edad de Cupi voy a saber hablar fang como ella y mamá. Todavía tengo ocho años, por eso no sé.

Parecía que la discusión de mamá y Cupi ya había terminado, pero empezaron otra vez. El tío(5) Yaya vino a casa de noche con su amigo. Cupi estaba en la cocina cuando mamá vino a decir algo en fang.

_Ah Cupi, da de comer a esa gente.
_Si sólo he cocinado dos chicharros. ¿Tú no dices que no cocine mucho porque estamos en cuarentena?
_Estoy diciendo que les des de comer.
_Sí, pero lo que yo digo es que en la olla solo hay seis trozos de pescado ¿si sirvo a esa gente a quien dejo sin comer? ¿a los niños? ¿a mí o a ti? La última vez que Yaya vino a comer yo tuve que sacar quinientos para preparar a los niños betong… estoy harta. _Cupi hablaba muy enfadada y la verdad es que querría que ella gane a mamá. No quería volver a tomar betong, es que eso de tomar un vaso de agua con azúcar y pan hacía que me duela la muela de noche y si no había ibuprofeno debía esperar hasta que amanezca. Lo peor es que mamá dice que todavía no tengo edad para quitar la muela en el hospital porque se caerá sola porque aún tengo dientes de leche.
_Sírveles así. _Replicó mamá.
_ ¡Kie mamá! ¿Cómo les voy a servir así? ¿Ni siquiera me has dicho que van a venir? ¿Por qué te gusta hacer las cosas así? _Parecía que nuestra hermana va a llorar. Le temblaba la voz como cuando alguien llega tarde a clase y el profe Martín, con el palo en la mano, le pregunta qué hacía en casa para llegar tarde a la escuela.
_Sabía que Yaya viene. Por eso te he dicho que prepares un poco de plátano, porque le gusta. Lo que no sabía es que traería a un amigo. _Dijo mamá mientras cogía el plátano que había preparado Cupi. Metió el plátano en el mortero y empezó a machacar. Algo que yo si no entendía es que mamá decía que no puede lavar ropas porque le va a doler la muñeca, pero siempre lavaba las del tio Yaya, machacaba plátanos para él y planchaba sus ropas.
_Yo no les voy a servir. Tú misma hazlo. _Cupi se levantó hablando y dio un fuerte golpe con la puerta cuando salió de la cocina.
_Eres una maleducada. Sin vergüenza… _Dijo mamá muy enfadada. Se le veían las venas del cuello a pesar de que ella es muy bubuta(3). Dicen que es la más gorda del barrio y Charlis es el niño más flaco del barrio. Creo que es un chiste porque la gente solía reírse cuando lo dice.

Después de terminar de gritarle a Cupi, mamá cogió el mango del mortero y empezó a machacar el plátano y el tío Yaya vino a la cocina.
_ Guapi, ¿qué pasa? ¡Eh! ¿Hay problema? _preguntó el tío Yaya. Yo fui a saludarle otra vez. Él siempre me regalaba dinero cuando le saludaba. Me dio ciento cincuenta.
_No hay problema. Deja a esa maleducada. _Dijo mamá mientras seguía machacando el plátano. Respiraba como si hubiera estado mucho tiempo nadando debajo del agua del rio fish town.
El tío Yaya y yo nos fuimos al comedor y mamá se quedó en la cocina. Mamá vino primero con una palangana de agua y una esponja. Limpió la mesa, la cubrió con un mantel de los que siempre estaban planchados y guardados en el cajón de la mesita de la tele. Después, sacó una botella de agua en el congelador y trajo dos vasos de los que guardaba en el armario de su habitación. Luego trajo dos platos: uno lleno de pescado y sopa y el otro lleno de plátano.

_Charlis, Sarita y Kelly, vamos. A dormir. Es hora.
Charlis empezó a llorar. Quería comer. Y lo único que comió fue una paliza con la chancleta. Cargué a Sarita y me pegué a la pared.

_ Odio a la gente ingrata. Cuando Yaya trae panes y leche para que desayunéis no lloráis ni os quejáis. Pero por una vez que viene a comer la gente empieza a romper puertas y llorar. _se calló un poco y nos arrastró hasta donde estaba nuestro colchón en el pasillo, lo tendió en el suelo y yo arregle la cama para dormirnos. La verdad es que mamá mentía; no era la primera vez que el tío Yaya venía a comer en casa y antes del tío yaya venían otros tíos y siempre que venían nosotros dormíamos sin comer, pero la que siempre preparaba esa comida era nuestra hermana mayor. Además, Cupi nunca comía los panes que compraban los novios de mamá ni aceptaba sus regalos porque decía que a cambio de esos panes y un poco de dinero, siempre la dejaban embarazada y desaparecían como si fuese por arte de magia y que por culpa de mamá nunca íbamos a conocer a nuestros padres porque todos eran unos irresponsables que se atrevían a decirle a mamá que cualquier hombre podía ser el padre de sus hijos porque mientras salía con uno metía a muchos más en su cama. A pesar de que mamá estaba diciendo muchas mentiras, siguió hablando.

 _ ¿Qué os habéis creído, que me pasaré la vida sufriendo por vosotros? De aquí a un par de años ya me habré muerto ¿Acaso me devolveréis todo el sufrimiento que me causáis? De pequeña yo pasaba noches sin comer y si dicen a alguien que pase una noche así porque hay visitas en casa empieza a meterme ruido ¿Alguna vez has visto a tu padre con un kilo de chicharro en esta casa? Pero está comiendo costillas en Buena Esperanza con su mujer y yo teniendo que soportaros ¿Acaso estoy pagando una condena? _ Mamá se calló mucho tiempo después de que Charlis dejara de llorar. Ya estaba dormido y eso era lo mejor. Cuando alguien está dormido no puede sentir hambre ni dolor. Yo siempre me voy a dormir si mamá me paga. Pero a veces el dolor de las palizas de mamá es muy fuerte. Recuerdo una vez que una tía me llamó extranjera de Chad. Dije a esa tía que no me llamo Extranjera de Chad y ella me dijo que fuera a preguntar a mi mamá si mi papá no se llamaba Abdulay. La respuesta de mamá fue una paliza que hizo que mi dedo índice de la mano derecha se hinchara. Tuvieron que hacerme muchos cortes con una hoja de afeitar para que mi dedo empezara a enflaquecer otra vez.

Cuando yo miraba a mamá pensaba que ella no necesitaba pegar con chancletas ni palos. Nos solían burlar en el rio cuando vamos a bañarnos antes de irnos a clase. Radju y Mandela sí solían empezar a decirnos “tu mamá es bubutaaa, tu mamá es bubutaaa” y después todos los niños que están en el rio también empiezan a cantarlo y reírse. Nosotros no solemos decirles nada. Cupi dijo que no les estemos respondiendo porque no podemos pegarles. Solemos hacer como si no sabemos de quiénes se burlan ni entendemos lo que dicen.  Pero, después, solían empezar a echarnos agua y lanzarnos cosas. Entonces solemos irnos a casa pronto. Un día, ni siquiera pude bañarme y cuando llegué a clase el profe Martín me dio diez palos por venir sucia a clase.

Por la mañana, cuando nos despertamos. Cupi ya estaba metiendo sus cosas en su maleta.
_ ¿Ah Cupiná, a dónde vas? _Preguntó mamá después de bostezar. Iba a lavarse la boca. Tenía cepillo con pasta en polvo en la mano.
_Me voy a casa de tía Clara. _Respondió Cupi sin dejar de meter las cosas en la maleta y sin mirar a mamá.
_ ¿Qué vas a hacer ahí? _ Preguntó mamá bostezando y limpiándose los ojos. Los dientes de mamá son blancos y muy bonitos. Ella solía ir a hacer blanqueamiento dental en la clínica dental que está en Los Ángeles, me gustaría vivir en ese barrio porque está cerca del mercado y de un supermercado y de la Universidad Nacional de Guinea Ecuatorial, donde asiste nuestra hermana Cupi. Mamá también se lava los dientes con una pasta en polvo que compra en el mercado a cinco mil. Nosotros lavamos la boca con el Colgate de Cupi, pero cuando Cupi se enfada y empieza a decir que no es nuestra madre para cargar con nosotros, Charlis y yo solemos cepillarnos con jabón para lavar. Por ahora, Sarita no se cepilla porque ya no tiene cepillo de dientes, mamá dice que aún es muy pequeña para cepillarse la boca, que comprar un cepillo para Sarita es tirar el dinero y Cupi dice que los cepillos para bebés sólo se venden en el supermercado y con eso de coronavirus le da miedo irse hasta el supermercado sólo por un cepillo.

Mamá y Cupi siguieron discutiendo

_ ¿Y a ti qué te importa? Si las únicas personas que te importan sois tú misma y esos desgraciados como Yaya que siempre vienen a dejarte embarazada y no dudan en decir en público que metes a demasiados hombres en tu cama… _ Antes de que nuestra hermana mayor pudiera terminar de hablar, mamá la dio una bofetada tan fuerte, tan fuerte que Cupi se cayó sobre su maleta.
_ No me traigas falta de respeto. Y si ya quieres vivir tu vida porque ya eres mujer que no me entere de que has ido a meterte en la casa de mi hermana. Ya eres mujer. Ya te acuestas con hombres. Vete a casa de esas cosas que te van follando de día ¡Sin vergüenza!
_Más desgraciada que tú no puedo ser. _Dijo Cupi.

Mamá se enfadó mucho más y empezó a golpear a Cupi con todo lo que cogía. Como el tío Yaya todavía dormía en la habitación de mamá, vino pronto y las separó. Cupi estaba llorando, yo también. Nunca jamás en la vida había ocurrido algo igual en nuestra casa. Mamá y Cupi nunca jamás de los jamases de esta vida habían discutido tanto ni una había golpeado a la otra. A veces Cupi se enfadaba porque mamá tenía un nuevo novio que siempre venía a zamparse toda nuestra comida y después de unos meses desaparecía; otras veces mamá se enfadaba porque Cupi hablaba de su vida o la faltaba al respeto o salía con un chico solamente porque es guapo o canta. Pero nunca se insultaban ni se golpeaban. Yo no podía dejar de llorar ni de hacer pis parada en un sitio sin poder moverme. Sentía escalofríos cada vez que mamá golpeaba a Cupi y pensaba que después vendría a pegarme a mí también y a Charlis y a Sarita.

Cupi empezó a cerrar las maletas llorando y limpiando su cara con la camiseta que llevaba, era su camiseta de la suerte que su novio Jordán la compró en el mercado Fish town, un sábado antes de que empezara el coronavirus- Era el día del cumple de Sarita, Nos fuimos al mercado con Jordán para comprarla un regalo para bebés. La habíamos comprado un peluche que la corriente de fish town se llevó rio abajo. Lo único que quedaba como recuerde de ese cumple era la camiseta que Jordán regaló a Cupi.

_ ¿Cupiná dónde tú vasir awara? _Dijo el tío Yaya.
_A cualquier sitio en el que no pueda ver la estupidez y miseria de esta mujer…una madre que no duda en mandar a sus hijos a la cama con hambre por complacer al follador de turno.
_ ¡Cupiná! No habla así a tu mamá eh. No está bien...
_ ¿Qué no está bien? ¿Sabes cuánto dinero se gasta esta mujer en tonterías para arreglar su cuerpo? Nosotros no le importamos. Le da igual que nos enfermemos, que los niños se duerman con hambre o que alguien se pase un año sin irse a clase. ¿Sabes cuánto tiempo lleva Sarita sin chancletas? Desde que se le perdieron las últimas que yo le compré… _Cupi estaba llorando y muy enfadada, pero al ver a los vecinos asomando suspiró y empezó a hablar con un poquito más de calma. _ Pero si tú dices ahora mismo que quieres comer carne de cebú veras como se arriesga y te la trae sólo porque te la estas tirando… Yaya, tú tampoco intentes ir de santo. Viniste a Guinea Ecuatorial para buscar dinero, tienes tus objetivos claros. Cuando dejes a mamá embarazada o consigas tus objetivos desaparecerás y yo seré la que se comerá el marrón, la que hará de niñera para otro hermanito, la que se levantará por las noches porque el bebé está llorando, la que perderá otro año de clase para quedarse en casa con un bebé que… _En vez de seguir chillando empezó a llorar otra vez. _Y ni siquiera puede sacar cincuenta mil para ayudarme a comprar el modem. Todo el mundo está diciendo que los profes imparten clases en grupos de WhatsApp. Envían apuntes que debo descargar, debo enviar trabajos por correo, pero a la desgraciada de mi madre solo le importa abrirse las piernas para un senegalés. Su dinero sólo sirve para arreglarse por los hombres… _Cupi estaba muy triste y enfadada.

Yo hubiese preferido que todo eso fuese una pesadilla, pero estaba muy bien despierta. Y mamá seguía chillando.

_ ¡Maleducada! ¡Dios te pagará! Todo lo que he sufrido por ti. ¿Acaso naciste sabiendo bañarte? ¿Quién te amamantó? ¿Yo no limpiaba tu caca? ¡No conseguirás nada en esta vida!

Mamá y Cupi se dijeron muchas cosas feas aquella mañana. No queríamos que Cupi se fuera de casa y si se iba queríamos irnos con ella. A pesar de que Sarita lloraba llamando a Cupi y Charlis también lloraba y la pedía que se quede; ella se fue sin decirnos ¡Adiós! ¡Hasta luego! ¡Chao! Ni ¡bye, bay! No nos dijo nada de nada.

Después de todo ese ruido, mamá calentó un poco de agua con hojas de contrití(4). Iba a prepararle el desayuno al tío Yaya y sólo compró cinco panes y dos huevos. Cada vez que el tío Yaya daba un trago de leche, Charlis tragaba saliva; se le veía en la garganta. Charlis siempre ha sido un niño muy goloso.

_¡Vosotros, salid de ahí! Y tú, Kelly, vete a lavar el arroz que está en la cocina para que desayunéis. _Ya había pasado como una hora, pero mamá seguía teniendo ganas de pegar a otra persona. Me fui a la cocina sin toser una palabra.

Por la tarde, cuando mamá se estaba haciendo la manicura, su teléfono sonó y me dijo que se lo trajera. Era la tía Clara. Cuando colgó el teléfono, mamá siguió hablando sola. Decía que Cupi había ido a mentir a la tía Clara diciéndola que necesitaba vivir en su casa para poder estudiar con wifi.

_Si los de la UNGE han dicho que van a dar clases a los niños con wifi ¿acaso ellos mismo no saben cómo van a hacer para que sus estudiantes tengan wifi? Cupiná es una maleducada ingrata. _Después de decir eso siguió limpiándose las uñas con la punta de la lima.


Todo ya era aburrido. jugábamos un poco mirábamos la tele y cuando llegaba el hambre nos dormíamos. Estuvimos así muchos días. Primero vino Chiket para cobrar los canales, la primera vez no encontró a mamá y le dijimos que volviera. Cuando la encontró, mamá le dijo que corte los canales si le daba la gana, porque ella tampoco tenía tiempo para mirar la tele en casa. Dijo que, para ver series, podía irse a la casa de la tía Mamita. Después de dos días nos cortaron los canales y para colmo Sarita no paraba de llorar a Cupi a todas horas.

Pasaron unos días y vino el tío Rafael, él sí encontró a mamá, pero como mamá le dijo que no podría pagar porque era difícil cobrar en el banco por que había coronavirus, él dijo que volveríamos a tener luz cuando mamá le diera su dinero.

Cuando nos despertábamos por la mañana, mamá ya se había ido a trabajar y después del trabajo se quedaba en el bar de la tía Carmen. Mamá sólo venía antes de que se hiciera de noche cuando iba a cocinar para el tío Yaya. Cupi tenía razón... No la importamos, mamá solo se quiere a ella y al tío Yaya.

Como ya no teníamos luz ni canales, pasábamos mucho tiempo jugando o en el rio buscando peces que hervíamos dentro de latas de sardina o de tomate. El fuego se consigue quemando ramitas, palillos, plásticos y todo lo que pueda arder. Yo siempre preparaba el mejor plato cuando jugábamos al pelecup, Cupi siempre decía que se dice playcook y eso significa jugar a ser cocinero.
Un día…, no. Fue una noche, porque ya estábamos en la cama; mamá entró llorando y nos asustamos. Hasta Sarita salió de la cama y fue a sentarse en el regazo de mamá. Los policías la habían hecho pagar treinta mil si no quería estar en la cárcel. Mamá lloraba porque era todo el dinero que tenía.

 Los policías la encontraron tomando algo en el bar con sus amigas y detuvieron a todas, algo es cualquier bebida que los mayores toman sentados en un bar; Cupi dice que decir algo sin explicar puede hacer que alguien piense que hablo de drogas. Mamá dice que también detuvieron a los que llevaban mascarillas y guantes. Todos tuvieron que pagar a los policías para que no les llevaran a la cárcel y no importaba si y pedía por favor o lloraba.

Cupiná siempre decía que cuando las cosas se ponían muy malas algo bueno estaba a punto de suceder. Por eso, antes de llover, el cielo se pone negro porque va a caer agua y si para nosotros la lluvia es algo malo, después de ella viene el sol. Siempre hay algo bueno detrás de lo malo. Pero, para mí, llover nunca ha sido algo bueno. Cuando ha llovido es difícil salir de casa hasta la carretera; sobre todo cuando no hay botas. Y, cuando hay clase, siempre llegamos llenos de barro. Y si solea empieza el calor y la gente suda. Prefiero las nubes negras.

Pasaron dos días y mamá fue a dejarnos en casa de la tía Clara, donde estaba Cupi.  Pasamos muchísimo tiempo sin saber nada de mamá. 

CAPÍTULO 3: TODAS LAS CASAS CON PISCINA Y MURRALLA NO SON UN PARAISO

La tía Clara vive en Pérez y su casa es muy grande. La verdad es que todas las casas de ese barrlo son grandes y están amuralladas y hasta los perros tienen sus propias casas pequeñas dentro de esos muros y los niños, cuando salen fuera de sus murallas, parecen de Disney Channel. 

Nunca habíamos estado en esa clase de barrio. Nuestra casa está en Ela Nguema, detrás de un almacén llamada Cerámico y en ese almacén se vende muchas clases de baldosas. Donde vivimos en Ela Nguema, detrás de Cerámico, hay muchas casas de madera y no hay muchos muros ni los perros tienen casas. Los perros duermen en el patio y comen del cubo de basura, no son como el perro de tía Clara que tiene sus propios cereales de perro. En Pérez hay calles con barro, pero como todo el mundo tiene coches ahí, creo que nadie se ensucia cuando va a comprar pan o se va a clase, creo que ni siquiera visten botas para el barro. En la tele solían decir “botas de lluvia”; yo sé que las botas son para que tus pies no se llenen de barro cuando sales de casa cuando ya ha dejado de llover.

 Charlis no podía dejar de decir “guau qué bonito”. La verdad es que yo tampoco. Sarita solo chupaba su dedo, siempre se chupa el dedo cuando quiere comer o está triste porque quiere algo que no es suyo. No me gusta que se chupe el dedo, pero cuando lo hace deja de llorar.

En la casa de la tía Clara hay una piscina para nadar, una cocina grande con una nevera llena de comida y una habitación llena de cosas como si fuese una abacería. Lady nos dijo que su mamá había comprado todo eso por el coronavirus. Ella sabía muchas cosas y era muy presumida. No quería saludarnos ni tocarnos. Decía que cuando hay coronavirus no se toca a la gente porque te pueden contagiar, pero tocaba y saludaba a la tía Clara, a su papá, a sus hermanitos y a sus hermanos mayores. También aceptaba que Cupi la toque, porque Cupi ya era su peluquera personal. Un día la pregunté si nos veía como asquerosos. Primero empezó a reír y después dijo: “no me dais asco. Es que vuestra mamá está en cuarentena y en caso de que ella dé positivo en Covid diecinueve vosotros también lo tendréis y podéis contagiarme si os toco. Eso es todo, primita Kelly”. Hizo como si quería acariciarme la cabeza, pero luego cerró la mano como si hubiera estado a punto de tocar un gusano con moco. No quiero que Lady venga a nuestra casa nunca ni quiero volver a la suya.

A pesar de que la presumida de Lady estaba enseñando a sus dos hermanitas gemelas que no se acercaran a nosotros, ellas nos dejaban jugar con sus tabletas, con todos sus juguetes y también nos dejaban mirar la tele en su habitación. Sus hermanos mayores, Óscar y Rubén, también eran muy buenos con nosotros. Pero lo mejor de la casa de la tía Clara era que estábamos otra vez con nuestra hermana mayor. 

En la casa de la tía Clara siempre estaban hablando de coronavirus en la tele del salón, pero estaba prohibido que los niños hablemos de ello. La tía decía que bastaba que estuviésemos en casa, nos lavásemos las manos y si alguien quería toser que se alejara de los demás.

 A veces no nos dábamos cuenta de que ya era de noche. Podíamos pasarnos todo el día jugando en la habitación de las gemelas y sólo parábamos para bañarnos, comer o mirar la tele. Muy pocas veces nos dejaban salir del muro o dejar que otros niños entren para jugar con nosotros. Ahora que lo recuerdo, Cupi dejó entrar a los hermanitos de un vecino que era su amigo. Cuando llegó el tío Melchor, se enfadó muchísimo. Esa fue la primera y la última vez que jugamos con otros niños en ese barrio de casas amuralladas donde los perros tienen casitas como en las películas de la tele.

Una mañana estuvimos desayunando, pero Cupiná no estaba en la mesa. Le pregunté a la tía Clara dónde estaba y me dijo que la había mandado al banco. Antes de que termináramos de desayunar, Cupi entró.
_ Dicen que la autorización cuesta cinco mil y sólo se entregan para los que quieren irse al trabajo, al hospital o al mercado; y, además, mi DIP no pone que vivo en Pérez. Ese hombre dice que vaya a pedir autorización en Ela Nguema.
_ ¿Quién es ese hombre? _Preguntó la tía muy enfadada, pero Cupi no respondió. Solamente encogió los hombros _ ¡Vamos!
Nos quedamos solos en la mesa con Lady, con Dana y con Diana. Lady era la mayor de la mesa y empezó a dar órdenes.
_Kelly, vamos a ver... pon a Sarita ahí, en la mesa de los niños pequeños. No sé por qué la dejan sentarse en la mesa grande si aún tiene dos años. Mira como lo mancha todo y ni siquiera ella misma está cómoda. La pobre debe estirarse para coger el pan ¿y por qué tiene tantas sarnas en el cuerpo? ¡Chico! ¿De dónde os han sacado? _Me levanté y puse a Sarita dónde la reina decía que la pongan. Sarita se puso a llorar y fui a Sentarme con ella para que se calmara. Al final no desayunó porque se llevó los dedos a la boca y no hay forma de hacer que deje de chupárselos. Charlis nos siguió y después Lady volvió a hablar. _Mejor… Ahora es recomendable guardar una distancia mínima de tres metros con gente sospechosa de Covid diecinueve. No sé por qué no os han encerrado de una vez en la casa de invitados.

Cuando volvió la tía Clara, Lady mintió diciendo que nosotros mismos habíamos querido sentarnos ahí. Preferí no decir nada porque luego iba a buscar peleas conmigo. Charlis tampoco dijo que Lady mentía. Nos castigaron y nos pasamos el resto del día en el almacen de productos de limpienza “para reflexionar sobre nuestras malas costumbres”, eso dijo la tía Clara.

Todo era bonito en la casa de la tía Clara, pero no soportaba a Lady y ella nos odiaba. Si la niña tocaba algo suyo la golpeaba y empezaba a chillar y cuando Cupi se enteraba, volvía a pegar a Sarita. Cuando la tía Clara estaba en casa nos gritaba y nos decía que éramos muy guaros y el mismísimo tío Melchor elevaba a Charlis del suelo cogiéndole por las orejas, luego Charlis se pasaba mucho tiempo llorando. Por eso les dije a mis hermanitos que no volvieran a tocar nada de nadie y siempre tenía a Sarita cerca para controlarla, para que no tocara lo que no era suyo.

 Hasta Cupi se había vuelto rara, casi siempre estaba conectada a internet con su WhatsApp. Cuando la niña le decía que quería comer la pegaba y decía que era golosa. Y siempre que Sarita veía a las gemelas comiendo algo ella empezaba a pedirlo. Le pregunté a nuestra hermana mayor por qué no podíamos coger galletas en la nevera como hacía todo el mundo y ella me preguntó por si yo recordaba que mi mamá solía comprar galletas para nosotros. No sé por qué me dijo aquello, pero si hubiera seguido preguntando me habría dado un coscorrón.

Prefería estar en Cerámico, en casa de la tía clara había muchas cosas y era muy bonita, pero debíamos estar encerrados dentro del murro o dentro de la casa y para colmo con Lady; no podíamos tocar nada en la nevera. Sólo podíamos usar el baño de invitados y cada vez que lo usaban Charlis o Sarita, Cupi o yo debíamos ir a limpiarlo. Aminata y Aram limpiaban todos los sitios de la casa, pero Cupi y yo limpiábamos nuestras habitaciones y el baño de invitados. En el patio ocurría lo mismo, si alguna de las gemelas quería algo o se caía, Aminata y Aram o Demba o Turé… cualquier trabajador de la casa que estaba cerca venía corriendo; pero si era Sarita sólo nos preocupábamos Cupi, Charlis y yo: nadie nos quería en esa casa, ni siquiera los trabajadores. Hasta el perro quiso morder a Charlis y Óscar dijo h lo hizo porque todavía no le conoce, pero no era la verdad. El perro también nos odiaba. No debíamos estar ahí.

 No podíamos sentarnos en las sillas del salón o bañarnos en la piscina; casi no podíamos hacer nada porque mamá estaba en cuarentena y en caso de un positivo nosotros también estaríamos infectados y habríamos contagiado a los demás. ¡Quería volver a mi casa! 
Creo que Cupi tampoco quería vivir ahí. La tía Clara la gritaba por cualquier cosa, era como la ogra mayor. Pero como había wifi, Cupi soportaba sin responder. Un día Cupi estaba friendo huevos para desayunar. La tía Clara se enfadó muchísimo Cuando llegó.

_ ¡Pero… Cupiná! ¿Qué es esto? ¿Sabes cuánto cuestan el tomate y el pimiento ahora mismo para que llenes un huevo con tantos ingredientes? ¿De dónde dices que se saca ese dinero? ¿De verdad que eres universitaria? La gente se está muriendo ahí fuera y si yo termino de comprar esas cositas para que nadie se arriesgue saliendo a buscar comida tú te pones a gastarlas así. Ahora mismo tres tomates cuestan 1000 francos en el mercado y son los que tú terminas de trocear en un solo huevo. No me abuséis eh, porque no lo voy a permitir. 

Cuando mi tía se fue, Cupiná echó el huevo en un colador, aclaró los trozos de tomate y pimiento y los metió en la nevera. También metió el huevo en la nevera. Cuando la tía descubrió todo eso se enfadó mucho más y gritó hasta que Cupiná empezó a llorar. Incluso dijo que teníamos las costumbres de una cabra.
Ese fue uno de los momentos más horribles que pasé en esa casa y la verdad es que nunca me gustaría volver ahí ni quiero saber nada de la tía Clara y Lady. Pero antes, siempre había querido conocer a la tía Clara. Mamá siempre nos contaba que era su prima hermana, que de pequeña siempre tuvo pretendientes adinerados porque era como una blanca; que trabajaba como contable en Marathon y estaba casada con un general de Nzang Ayong.

Una tarde, después de comer, escuché como la tía Clara hablaba por teléfono con mamá. Podía escuchar todo lo que decían. El teléfono de la tía estaba sobre la mesita y ella tenía la cara cubierta con algo verde como papilla de aguacate y se estaba haciendo la pedicura.

Quise ir a llamar a Charlis y a Sarita porque hacía mucho tiempo que nos preguntaban a Cupi y a mí si mamá volvería pronto y si estaba muy enferma, sobre todo Charlis. Sarita sólo decía “Quiero ir con mamá” o simplemente la llamaba y empezaba a llorar como si le hubiese picado una hormiga negra de las grandes. Pero pensé que a la vuelta encontraría la conversación acabada.

_Aquí todo es bonito. Si por mi fuera me quedaba otros catorce días. _Escuché cómo mamá hablaba en el teléfono de la tía Clara.
_ Ah, en Guinea no tenemos nada. Disfruta de la oportunidad. ¿Sabes qué es estar en un hotel durante 14 días sin pagar un franco? _Respondió tía Clara sin tocar el teléfono.
_De verdad. No hacen más que cambiarnos las sábanas, darnos de comer y beber agua mineral. El baño es muy bonito, con agua fría y caliente. Hasta me siento mal cuando recuerdo que los días se están acabando. ¡Nno sabía que así viven las mujeres cuando los hombres las llevan a los hoteles! Tengo más de cien canales en mi habitación. No hago más que mirar la tele, comer y dormir. Ah, Clara, el nivel de aire que hay en mi habitación es como si estas en Moscú.
_ ¡Kie, bájalo!
_Nada. Debo salir de aquí con la mismísima piel de una blanca. _Cuando mamá dijo esto, la verdad es que creí que lo lograría porque su cuerpo era el único cuerpo del mundo entero que yo había visto con manchas verdes, negras, rojas y todas oscuras. Esas manchas nunca se borraban a pesar de que mamá usa un jabón natural de limón y una crema que llama carottis. Según ella, su jabón y su crema son buenos para limpiar la piel. Parece que la piel de mamá no puede limpiarse.
_Y pensar que llorabas cuando te dijeron que debías entrar en cuarentena… Pero volverás al trabajo si sales de ahí ¿no? _Continuó la tía Clara.
_Claro, pero también me pagan por los días que estoy aquí.
_ ¡Si esto de la cuarentena es un chollo! ¡Que vengan a por mí también! ¿Cuántos de tus compañeros están ahí?
_Somos muchos. Todos los que compartían la oficina con este hombre. Si hasta yo que soy moza y sólo entraba ahí para limpiar estoy aquí. Somos muchos.
_No pasará nada. Ya han pasado diez días y no tienes ningún síntoma. El coronavirus es una enfermedad que mata en muy poco tiempo. En Guinea no hay nada. Europa y los demás sí lo están sufriendo. Lo nuestro es un teatro dirigido por Salomón. 
_ ¿Sabes algo de mi casa? La dejé sin luz. Creo que el pescado que le compré al chico con el que estoy saliendo se habrá estropeado en el congelador ya que, Cupiná tampoco está ahí.     _ Preguntó mamá, por su voz diría que estaba muy preocupada por la casa.
_La verdad es que todavía no he llegado ahí. _La tía Clara respondió como si hubiera perdido fuerzas, con un suspiro de cansancio.
_ ¡Ah! Una compañera del trabajo te llamará. Se llama Martina. Te dará cien mil. Guárdamelo, es mi dinero de djangué.
_ OK. Bueno. Hasta luego.
_Vale. 
La tía Clara colgó el teléfono usando la yema del dedo meñique con mucho cuidado. Seguro que no quería manchar su Samsung Note mil. También puede ser que lo que no quería mi tía era estropear la pintura roja con flores blancas que se había hecho en las uñas.
 _Tía Clara…
_ ¿Qué quieres?
_ ¿Estabas hablando con nuestra mamá?
_ Sí ¿Algo más? 
_ ¿Ella está bien? ¿Cómo está? ¿En qué sitio vive ahora? ¿Volverá muy pronto?
_Ella está bien. Y vive en un hotel. Está en observación.
_ ¿Pero volverá pronto?
_Dentro de cinco días. ¿Dónde está tu mascarilla? No te he dicho que a ti y a tus hermanos no os quiero ver sin mascarillas. ¡Fuera, ve a ponerte la mascarilla!
Si de verdad éramos sospechosos de coronavirus, debíamos estar en el hotel con mamá comiendo y bebiendo agua mineral.

CAPÍTULO 4: VOLVEMOS A NUESTRA CASA

Cuando ya estábamos volviendo a casa, los policías pararon al taxista y preguntaron muchas cosas. Mamá les dijo que venía de la cuarentena y estaba volviendo a casa. El taxista se asustó y después de muchos minutos hablando con los policías nos dejaron ir. En el camino vimos a otros muchos grupos de policías con barreras en las calles. Siempre preguntaban por qué no llevábamos guantes ni mascarillas, a dónde íbamos, la autorización… Yo sólo quería llegar a casa. 

Algunos policías no llevaban guantes ni mascarillas y ellos también eran muchos en un coche. Quizás ellos toman una medicina para que nadie les contagie eso de coronavirus. Pero deben dar a todo el mundo ese medicamento, lo que yo pienso es que ellos mismos pueden repartirlo entre la gente; así no estarán mucho tiempo en la calle buscando gente sin mascarilla y guantes porque todos ya estarán protegidos contra el coronavirus como ellos.

Cuando llegamos a Cerámico, mucha gente ya era como Lady. Nos llaman infectados y muchas personas ya no querían que estemos cerca de sus niños. Pasamos mucho tiempo dentro de la casa. 

Cuando mamá se va a trabajar, siempre viene gente a preguntar dónde ella ha estado. Luego ellos mismos dicen cosas como que no pueden creer que mamá ha estado en cuarentena. ¿Por qué nos hacen preguntas si ya saben dónde estaba mamá? También odio a esas personas, algo me dice que son tan malas como Lady y su mamá.

Ya estoy harta de eso de coronavirus, cuarentena, guantes, infectada… no lo quiero escuchar más. ¡Pero lo dicen en todos los sitios y en todo momento! Parece que alguien ha hecho magia y ha transformado a todos los mayores en zombis que sólo saben decir: Covid diecinueve, coronavirus, contagio, mascarilla, desinfectante, prevención, infectado, fiebre, tos, síntoma, confinamiento, cuarentena, control, test, vacuna, china, casos, asintomático, hambre, autorización…

Charlis y Sarita siguen saliendo fuera para jugar, pero yo hago todo lo posible para que estemos en casa. A veces les doy clases particulares. Les enseño a leer y contar. Y cómo me aburro mucho, hago pulseras con hilo de cotonú y con lana, las repartiré entre mis amigas cuando las clases empiecen. También leo las historias de lengua en mi libro y escribo mis propias historias como esta que escribo ahora. 

A Cupi le gustan las cosas que escribo. Dice que soy muy inteligente, graciosa e ingeniosa. No sé por qué lo dice, pero me gusta que lo diga y siempre corrige mis historias. 

_Se escribe con mayúscula después de un punto. No lo has hecho aquí. Aquí debías poner punto y coma en vez de dos puntos. oy se escribe con hache y oi lleva tilde si es del verbo oír y se le pone una hache si te refieres al día de hoy. _Así habla Cupi cuando está leyendo algo que he escrito y no para de reírse y decir que soy muy inteligente, graciosa e ingeniosa. También dice que soy muy prometedora y de mayor seré una ciudadana de mucho provecho. Siempre que lee mis historias compra caramelos de mango y galletas, los comemos con Sarita y Charlis mientras ella lee. Lo pasamos súper genial cuando Cupi nos visita. 

No sé cuándo terminará eso de coronavirus. Quiero volver a clase para ver a mis amigas: a Lucrecia la bubuta, a Osahana la más mayor de la sala, a Inés la china, a María Cristina Milagrosa la flaca, a María Carmen la seria, a la fantasma, a Ofelia la bubi, a María Concepción la cantante, a María Ariel la más presumida, a Florentina la burlona, a Serafina la inteligente, a Gaudencia la profesora particular, a María Estela la bailarina, a María Inmaculada la divertida, a Estefanía la annobonesa. Y a mis compañeros: Misumbi el de las matemáticas, Victoriano Montano el ayudante, Uganda el de conocimiento del medio, Jesús Braulio el de los vídeo juegos, Bonifacio el que escribía poesías, José María el abusador, Ubaldo el alto, Juan Carlos el segundo matemático, Miguel el bajito, Santiago el gracioso, Apolonio el feo, a Paulino y a mi profe.

También quiero volver a jugar al sial, al go, a las palmadas, a la mela y las caricaturas. Pero lo que más deseo es que Cupi vuelva a casa, porque cuando ella estaba aquí, ya había coronavirus, pero todo estaba bien. Sé que si ella vuelve todo volverá a ser como antes. Pero ella no quiere volver.

Ahora mismo está lloviendo. Antes había nubes negras, después saldrá el sol. Cupi dice que después de algo malo viene algo bueno; por eso, después de unas nubes negras cae el agua de la lluvia que es muy hermosa, después de la lluvia sale el sol que es muchísimo más bonito. No sé, a mí no me gusta el sol ni la lluvia. Si llueve hace mucho frio y luego habrá barro, no podremos salir a jugar ni a comprar sin botas y cuando hay clases llegamos llenos de barro. Cuando solea hace mucho calor, hay muchos mayores en el rio y no solían dejarnos nadar y cuando salimos de clase sudamos mucho y sentimos mucha sed. Creo que prefiero las nubes negras. Las nubes negras son las clases, el profe Martín y su palo para pegar a los que no dominan la tabla de dos… las nubes negras son todo antes de estas vacaciones raras de coronavirus. El coronavirus es una lluvia que provoca fiebre y nos obliga a estar en casa sin poder jugar ni nada. 
Nosotros sólo deseamos que nuestra hermana vuelva a casa, aunque esto de coronavirus no termine. Si Cupi vuelve a casa todo estará bien.


2 ¡Kíe!: en la lengua fang, expresión que se utiliza para mostrar asombro, sorpresa o desagrado.

3 Bubuta: expresión utilizada en español coloquial para hacer referencia a  una persona gorda u obesa.

4 Contrití: planta herbácea cuyas hojas, por su aroma y ligero sabor a limón, se utilizan para cocinar y se toman en infusiones con leche o como té.
5 Tío: en español coloquial de Guinea Ecuatorial, fórmula de respeto para dirigirse o referirse a personas mayores.

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